jueves, 14 de julio de 2016

La privatización en México

La privatización en México

De lo que se trata es que los servicios y productos más necesarios queden en manos de unos cuantos monopolios, para que estas empresas se hagan inmensamente ricas. Es todo, lo demás son palabras, disfraces con diferentes nombres: Reforma estructural, eficiencia, libre mercado. etc.

Imagina millones de personas trabajando y ganando apenas lo necesario para pagar el agua, la luz, el gas, las cuotas de carreteras, la atención médica, la educación, los alimentos en las cadenas de tiendas de autoservicio, la gasolina, préstamos bancarios, etc. Todo a unas cuentas empresas. Ese es el rumbo dictado por el FMI, BM y OCM.

Esta situación produce millonarios de por vida, que seguirán beneficiando a sus hijos, sus nietos, sus bisnietos, etc. Gracias a que la población tiene que comprar sus alimentos y productos indispensable para vivir, así como por los diferentes servicios que utiliza en la vida cotidiana a alguno de estos monopolios. Igual que lo que sucedía en la tiendas de raya, pero ahora a gran escala.

martes, 12 de julio de 2016

El precipicio

El precipicio
Por David Gómez Salas

Si un país sigue las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional, seguirá un proceso de descapitalización y quedará en manos de la inversión extranjera.  La mayoría de su población pagará sus servicios básicos y realizará sus compras en empresas de los monopolios internacionales. Vivirán una suerte de Tiendas de Raya.

Descripción de Tienda de Raya, tomada de Wikipedia:

“La Tienda de raya era un establecimiento de crédito para el abasto básico, ubicada junto a las fábricas o haciendas y donde los obreros o campesinos eran obligados a realizar sus compras. En México se conocieron como tiendas de raya pues la gran mayoría de los trabajadores era analfabeta y en el libro de registro de pago de nómina ponían una raya en lugar de su firma.”

“Las tiendas de raya en México, que no se diferenciaban de las de sus similares en otros países como Estados Unidos, Inglaterra o Francia, tuvieron auge a finales del siglo XIX y principios de XX durante el gobierno de Porfirio Díaz, quien dio amplias concesiones a empresarios y hacendados, nacionales y extranjeros, para explotar los recursos naturales.”

“En México, al igual que en otras partes del mundo, las tiendas de raya eran propiedad de los patrones y ahí expendían comestibles, aguardiente, ropa y calzado de mediana calidad. El pago a los trabajadores se hacía mediante vales que sólo se podían canjear en la tienda de raya del patrón, quien recuperaba todo el dinero erogado en pagar los sueldos ya que por lo general revendía los productos a un precio más alto. Cuando al trabajador, que recibía salarios muy bajos por exhaustivas jornadas, no le alcanzaba para pagar los productos que permitieran su subsistencia y la de su familia, se veía obligado a comprar a crédito con un alto interés y así adquiría una deuda que, si en vida no la pagaba, era heredada a su descendencia o a otros familiares, dando lugar a la servidumbre por deudas.”

“El trabajador no podía cambiarse de hacienda o fábrica sin antes saldar la deuda y si llegaba a escapar era perseguido por la policía para llevarlo de regreso.”

“También era común que los patrones embriagaran a los trabajadores hasta que gastaban todo su dinero, entonces los productos básicos eran vendidos a crédito.”

“Otro abuso frecuente de los patrones era causado por el analfabetismo de los trabajadores que eran engañados al momento del pago de salarios y el cobro de deudas.”

“Desde las primeras insurrecciones obreras y campesinas de la revolución promovida por el Partido Liberal Mexicano el saqueo y la destrucción de la tienda de raya era obligatorio. Cuando el levantamiento armado se generaliza en la Revolución mexicana de 1910 el odio acumulado tras años de explotación se dirigía, principalmente, a las tiendas de raya y sus administradores.”

USOS:
“Cobrar un sueldo en la tienda de raya, se decía "rayar"; a principios del siglo XXI, en México los obreros aún suelen emplear el término como sinónimo del cobro de salario, aun cuando no sean analfabetos.”
“También es común todavía que los trabajadores reciban parte de su sueldo en vales que deben ser canjeados por productos en almacenes con los que el patrón ha pactado previamente sin consultar a los trabajadores.”

FUENTE de lo que se reproduce sobre la tienda de raya. http://es.wikipedia.org/wiki/Tienda_de_raya

jueves, 7 de julio de 2016

Sometimiento

Sometimiento
Por David Gómez Salas

Originalmente el ser humano se organizó en grupos, integrando tribus, para defenderse de los peligros que representaban los animales salvajes, y para protegerse y auxiliarse ante fenómenos naturales como tormentas, inundaciones, terremotos y periodos de sequías. Para evitar desastres y calamidades por estos fenómenos. Por siglos, el ser humano se fue organizando para formar mejores estructuras sociales, primero para sobrevivir y satisfacer las necesidades básicas de alimentación, vivienda, vestido. En otras palabras comer, y protegerse del clima y los animales.

Posteriormente el crecimiento de los centros de población, el comercio y el desarrollo industrial obligó a que los seres humanos establecieran formas de gobierno que dieran mayor seguridad a la propiedad privada y que permitieran proteger y conservar los bienes públicos; asimismo para alcanzar mayores niveles de educación, cuidado de la salud, cultura, diversión, deporte, desarrollo científico y tecnológico, etc.

 La sociedad se organizó bajo diferentes esquemas de gobierno.  Algunos sistemas dieron más importancia al bienestar colectivo y otros a las libertades individuales; pero siempre la sociedad ha buscado organizarse para alcanzar mayores niveles de bienestar. Sin embargo, la ambición del hombre en el poder ha llevado en muchas ocasiones a crear sistemas de gobierno dictatoriales, para mantener sus privilegios toda la vida, e incluso para heredarlos. Lo malo es que lo ha logrado varias veces. Esto se ha observado históricamente en jefes de tribus, monarquías, gobernantes golpistas, líderes religiosos, líderes obreros, partidos políticos, caciques, sistemas parlamentarios, empresarios, banqueros, familias políticas, grupos delictivos, etc.

La población mundial creció en medio de la ambición de los gobernantes, que llevaron a crear pugnas entre regiones, países, entidades, condados, etc.

La lucha por poseer los recursos naturales, tales como: las mejores tierras para la agricultura, zonas forestales, ríos y acuíferos, esteros y mares ricos en fauna y flora, yacimientos de petróleo y minerales (oro, plata, cobre, uranio), esta lucha se ha dado en todos los niveles: mundial, nacional, estatal, municipal, ejidal, colonia urbana, etc.

Proteger al ser humano ante los fenómenos naturales como sequías, tormentas, inundaciones, terremotos, pasó a segundo término. Los gobiernos históricamente invirtieron (e invierten) en guerras y reparación de daños de estas, cuando son potencias guerreras y económicas; en mantener cuerpos represivos para mantenerse en el poder, cuando son países pobres; y la mayoría de países (pobres y ricos), en favorecer a los grupos de poder.

Poco se ha avanzado en el almacenamiento de agua para mitigar las sequías; tampoco se ha avanzado en el control de las avenidas (corrientes) de los ríos, en el control de inundaciones, y en promover que los centros de población se ubiquen en zonas con menores riesgos de desastres por fenómenos naturales; a pesar de ser problemas que se conocen históricamente. Por lo que desafortunadamente seguirán presentándose en los medios de comunicación, noticias sobre estos desastres.

Sin embargo los gobernantes se dedicaron a gastar el dinero recolectado para satisfacer sus lujos y vanidades, por eso las monarquías cayeron en los excesos de usar el oro en sus coronas y objetos personales. Inventaron que los reyes eran designados por Dios y en consecuencia ese designio era transmitido a sus descendientes surgió así el concepto de linaje aplicado por los gobernantes. Actualmente muchas personas pudieran calificar lo anterior de ser una tontería, sin embargo fue aceptado y aún subsiste sin el fanatismo de antes.

En la historia se ha observado que para descalificar al adversario político se han utilizado los calificativos de: reaccionarios, comunistas, explotadores, nazis, anarquistas, raza inferior, herejes, etc.  Y otra vez se puede  afirmar que actualmente muchas personas pudieran calificar de una tontería estos calificativos, sin embargo fue aceptado y aún subsiste sin lo numeroso de antes.

En los últimos 20 años o más, las empresas privadas monopólicas internacionales dominan las políticas gubernamentales de los países a través del Banco Mundial (BM), Fondo Monetario Internacional(FMI) y La Organización Mundial de Comercio(OCM). Estos organismos internacionales descalifican a los que no están de acuerdo en seguir sus reglas y los llama: Populistas.

Las empresas privadas monopólicas dominan a los países a través de sus deudas, en complicidad con el FMI, BM y OCM. Los gobiernos convierten sus deudas en deuda pública, para que sean pagadas por toda la población, tal como fue el FOBAPROA que ahora se llama IPAB.

Por eso todos los años, el presupuesto anual de egresos del Gobierno Federal contempla el pago de miles de millones de pesos a los bancos privados, para cubrir las deudas privadas que estos mismos bancos no pudieron cobrar. El gobierno(la población) paga capital e intereses de préstamos otorgados a las grandes empresas. Y muchos mexicanos lo aplauden.

Dos de cada tres mexicanos ganan menos o igual a seis mil pesos al mes. Para pagar renta o pago del crédito para su vivienda,  consumo de energía eléctrica, teléfono, gas doméstico, agua, alcantarillado, transporte, comida, ropa, calzado, detergente, jabón de baño, pasta de dientes, papel sanitario, medicinas, educación, entretenimiento, etc.

Los jefes de familia sobreviven en condiciones de vida muy limitadas, y difícilmente pueden hacer frente a un accidente o problema de salud. Están acostumbrados a hacer largas filas de espera en hospitales, clínicas y centros de salud públicos. No podrán pagar un servicio de atención médica privada. Con tan bajos ingresos, estos mexicanos llegarán a ser viejos sin ahorros, y dependerán del apoyo económico de sus hijos.

Por lo anterior, imagino que será difícil espantar estos mexicanos (con bajos ingresos), diciéndoles que no deben apoyar a los políticos populistas porque ellos utilizan el dinero de los impuestos en apoyar a los ancianos e inválidos, a los niños mal alimentados y a toda la inmensa mayoría de personas en pobreza extrema.  ¿Usted cree que se espantarán?

Teóricamente el dinero del gobierno es de todos los mexicanos, ya que proviene de los impuestos y de la venta de petróleo, propiedad de la Nación.

¿Es mejor que el  dinero de los impuestos se aplique para pagar a los bancos los intereses y capital, del FOBAPROA?

¿Es mejor que este dinero se aplique para cubrir los altos sueldos de los funcionarios públicos, diputados y senadores?

¿Es mejor que este dinero se aplique para que el gobierno lo gaste en crear ejércitos de policías y soldados para golpear a los que se inconformen con su situación de vida y las medidas que considere injustas?

La Enciclopedia Sopena dice lo siguiente: Gobernar- Guiar, dirigir, regir, conducir, administrar, brindar servicios públicos, mandar. Gobernante- El que gobierna, el que se mete a mangonear, dirigir o gobernar algo. El subcomandante Marcos dice: Gobernar es mandar obedeciendo, y el gobernado obedece mandando. Bajo este romántico punto de vista, el gobernante, debe mandar obedeciendo a los ciudadanos a quienes pretende servir, y reconocer que ciudadanos y gobierno pertenecen al mismo grupo social, que se ha organizado temporalmente de cierta manera.

Actualmente los ciudadanos no cuentan con los medios legales para participar activamente en la definición de las normas de gobierno y en la vigilancia de su cumplimiento, hacen falta instrumentos jurídicos como el Referéndum, procedimiento por el que se somete al voto popular la aprobación de leyes o actos administrativos.

El bienestar colectivo y los derechos individuales deberían estar siempre sobre la ambición personal, el autoritarismo, el influyentismo y la impunidad.

sábado, 2 de julio de 2016

Educación saboteada 1

¿Qué nos queda de México? ¿Donde quedó aquella gran patria? Nos subsiste un México muy dominado en territorio y en aspiraciones. Resultado de errores y traiciones que nos ha costado la pérdida de la mayor parte del territorio. Un país que agota sus recursos naturales, dependiente del exterior en alimentos, energéticos, tecnología, maquinaria y equipo.

La educación ha sido saboteada por conveniencia de las dictaduras, de los acaparadores corruptos, y por los creadores de monopolios. Quienes trabajan para tener un país con mano de obra barata, mal pagada. Sujeta a las decisiones del capital. Un país con una decena de los hombres más ricos de la tierra; y cerca de 60 millones de pobres, mal alimentados y sin acceso al conocimiento.

El único camino posible para superar esta calamidad es la educación. Crecer en talento sería el objetivo (temido por gobernantes y monopolizadores). Hacer de los mexicanos el recurso más valioso que la extensión territorial. Celebremos el bicentenario de la independencia estudiando y trabajando cotidianamente a favor de la educación. Esa es la fiesta grande, la que producirá alegría más duradera.

Por lo anterior, reproduzco a continuación la explicación de José Vasconcelos sobre el escudo de la Universidad Nacional Autónoma de México y su lema “Por mi raza hablará el espíritu”
Fue aprobado por unanimidad en la sesión celebrada por el Consejo de Educación el 27 de abril de 1921. El rector José Vasconcelos Calderón presentó la propuesta para sustituir el escudo anterior, por el actual.

Texto de la propuesta:

Considerando que a la Universidad Nacional corresponde definir los caracteres de la cultura mexicana, y teniendo en cuenta que en los tiempos presentes se opera un proceso que tiende a modificar el sistema de organización de los pueblos, substituyendo las antiguas nacionalidades, que son hijas de la guerra y la política, con las federaciones constituidas a base de sangre e idioma comunes, lo cual va de acuerdo con las necesidades del espíritu, cuyo predominio es cada día mayor en la vida humana, y a fin de que los mexicanos tengan presente la necesidad de fundir su propia patria con la gran patria Hispano-Americana que representará una nueva expresión de los destinos humanos; se resuelve que el Escudo de la Universidad Nacional consistirá en un mapa de la América Latina con la leyenda “Por mi raza hablará el espíritu”; se significa en este lema la convicción de que la raza nuestra elaborará una cultura de tendencias nuevas, de esencia espiritual y libérrima. Sostendrán el es codo un águila y un cóndor apoyado todo en una alegoría de lo volcanes y el nopal azteca.

En noviembre de 1954, José Vasconcelos explica ante la Confederación Nacional de Estudiantes, entre otras cosas, lo siguiente:

¿Qué es el escudo? El escudo es, en primer lugar, una protesta en contra de aquel pequeñito anhelo que arrodillaba a la juventud en lo que se llamó el altar de la patria jacobina. Altar sin Dios y sin santos. Altar en que muchas veces el caudillo sanguinario ha suplantado al héroe y al santo. Altar que, en todo caso, está cerrado con techos de concreto a la penetración de los efluvios que vienen de lo alto. Y luego, ¿cuál patria?; no la grande que compartimos con nuestros mayores del imperio universal español, sino la muy reducida en el territorio y en la ambición, que es el resultado de los errores del periodo de formación que nos costara la pérdida de Texas y de California. Después de la Revolución, que tantas esperanzas engendró porque no se ligaba con ningún pasado sombrío; porque en sus comienzos no intentaba continuar la Reforma sino rectificar la Reforma, resultaba indispensable provocar el crecimiento del alma nacional. Y ya que no podíamos reconquistar territorios geográficos. No quedaba otro recurso que romper horizontes y ensanchar el espacio ideal por donde el amor, ya que no la fuerza, pudiera conquistar heredades del espíritu, más valiosas a menudo que la disputada soberanía territorial. El paso inmediato, en consecuencia, era obvio: reemprender el esfuerzo ya secular pero abandonado y saboteado por las dictaduras nacionalistas, de ligar nuestro destino con los países de nuestra estirpe española, en el resto del continente.

La independencia del sur, con Bolívar, con San Martín, había engendrado no sólo nacioncitas, a lo liberal británico; también había inventado el anhelo de constituir con los pueblos afines por el lenguaje y la religión, federaciones nacionales poderosas. Nosotros no pudimos conservar ni siquiera la confianza de Centroamérica, a efecto de haber construido una vigorosa federación del norte, aliada con el grupo disperso de los pueblos ilustres de Las Antillas. Todo por culpa de las dictaduras y de la confusión doctrinaria de la Reforma, que en su odio a España, nos deformó el patriotismo subordinado al recorte territorial y a la mentira de una soberanía fingida.

Rota, desde hacía tiempo, nuestra solidaridad con los hermanos de la América Española y de España, un sentimiento reducido e intoxicado además de falsas patrioterías, mantuvo en opresión nuestros pechos hasta que la Revolución despertó exigencias nobles, informes. Ensancharlas era el deber de la Universidad. Símbolo gráfico de esta eclosión del alma mexicana, fue el diseño del escudo entonces nuevo, cuya historia estoy describiendo. Consta el escudo de dos elementos inseparables: el mapa de América Española que encierra en su fondo, y el lema que le da sentido. Por encima del encuadramiento, un águila y un cóndor reemplazan el águila bifronte del viejo escudo del Imperio Español de nuestros padres. Ahora, en el escudo, el águila representa a nuestro México legendario, y el cóndor recuerda la epopeya colectiva de los pueblos hermanos del continente.

Figurada de esta suerte la unidad de nuestra raza, sólo faltaba pedir al Verbo una expresión que marcara la ruta de los destinos comunes. Me vino ésta, de súbito, y fue la voz de un anhelo que se rehacía en la Universidad y había de retumbar por todos los confines de la lengua: es el lema un compromiso quizás demasiado ambicioso.

POR M RAZA HABLARÁ EL ESPÍRITU, es decir, deberemos ser algo que signifique en el mundo. Y en primer lugar dije raza porque la tengo, la tenemos. Nuestra raza, por la sangre, a se sabe, es doble, pero sólo en México, en el Perú, en el Ecuador, donde hay indios. En el resto de América nuestra raza es una mezcla de base latina, española e italiana que no excluye una sola de las variedades del hombre; ni el negro del Brasil, ni el chino de las costas peruanas. Una raza compuesta que lo será más aún en el futuro. De allí la tesis de la raza cósmica que implícitamente está con tenida en el escudo y que hoy anuncian historiadores como Toyn bee, como fatal conglomeración humana en todo el planeta. Pero por lo pronto, hay que comenzar recordando que somos latinos. Dentro de lo latino, nos impelen hacia adelante los gérmenes de las más preciadas civilizaciones: el alma helénica y el milagro judío-cristiano, el derecho de la Roma pagana y la obra civiliza dora de la Roma católica.

En nuestro abolengo hay nombres envidiados de todas las naciones, como Dante Alighieri, magno poeta de todos los tiempos. En nuestro pensamiento hay torres como Santo Tomás y San Buenaventura. Y particularmente en la América nuestra, del Paraguay a California, es el cordón franciscano la disciplina de la obra civilizadora que todavía se prolonga y que no hubiera alcanzado realización sin el esfuerzo quijotesco que guió la Conquista. Raza es, en suma, todo lo que somos por el espíritu: la grandeza de Isabel la Católica, la Contrarreforma de Felipe II que nos salvó del calvinismo, la emancipación americana que nos evitó la ocupación inglesa intentada en Buenos Aires y en Cartagena y que, con Bolívar, fijó el carácter español y católico de los pueblos nuevos. Nuestra raza es, asimismo, toda la presente cultura moderna de la Argentina, con el brío constructor de los chilenos, la caballerosidad y galanura de Colombia, y la reciedumbre de los venezolanos. Nuestra raza se expresa en la doctrina política de Lucas Alamán, en los versos de Rubén Darío y en el verbo iluminado de José Martí. Todo esto es lo que el lema contiene y coordina para en caminarlo hacia la grandeza imperial. Nos despierta el emblema el orgullo fecundo y la ambición noble de los pueblos que no se contentan con recibir hecha la historia sino que la engendran, la conforman, le imprimen grandeza. Quise, en fin, dar a los jóvenes por meta, en vez de la patria chica que nos dejó el liberalismo, la patria grande de nuestros parentescos continentales.

Educación saboteada

¿Qué nos queda de México? ¿Donde quedó aquella gran patria? Nos subsiste un México muy dominado en territorio y en aspiraciones. Resultado de errores y traiciones que nos ha costado la pérdida de la mayor parte del territorio. Un país que agota sus recursos naturales, dependiente del exterior en alimentos, energéticos, tecnología, maquinaria y equipo.

La educación ha sido saboteada por conveniencia de las dictaduras, de los acaparadores corruptos, y por los creadores de monopolios. Quienes trabajan para tener un país con mano de obra barata, mal pagada. Sujeta a las decisiones del capital. Un país con una decena de los hombres más ricos de la tierra; y cerca de 60 millones de pobres, mal alimentados y sin acceso al conocimiento.

El único camino posible para superar esta calamidad es la educación. Crecer en talento sería el objetivo (temido por gobernantes y monopolizadores). Hacer de los mexicanos el recurso más valioso que la extensión territorial. Celebremos el bicentenario de la independencia estudiando y trabajando cotidianamente a favor de la educación. Esa es la fiesta grande, la que producirá alegría más duradera.

Por lo anterior, reproduzco a continuación la explicación de José Vasconcelos sobre el escudo de la Universidad Nacional Autónoma de México y su lema “Por mi raza hablará el espíritu”
Fue aprobado por unanimidad en la sesión celebrada por el Consejo de Educación el 27 de abril de 1921. El rector José Vasconcelos Calderón presentó la propuesta para sustituir el escudo anterior, por el actual.

Texto de la propuesta:

Considerando que a la Universidad Nacional corresponde definir los caracteres de la cultura mexicana, y teniendo en cuenta que en los tiempos presentes se opera un proceso que tiende a modificar el sistema de organización de los pueblos, substituyendo las antiguas nacionalidades, que son hijas de la guerra y la política, con las federaciones constituidas a base de sangre e idioma comunes, lo cual va de acuerdo con las necesidades del espíritu, cuyo predominio es cada día mayor en la vida humana, y a fin de que los mexicanos tengan presente la necesidad de fundir su propia patria con la gran patria Hispano-Americana que representará una nueva expresión de los destinos humanos; se resuelve que el Escudo de la Universidad Nacional consistirá en un mapa de la América Latina con la leyenda “Por mi raza hablará el espíritu”; se significa en este lema la convicción de que la raza nuestra elaborará una cultura de tendencias nuevas, de esencia espiritual y libérrima. Sostendrán el es codo un águila y un cóndor apoyado todo en una alegoría de lo volcanes y el nopal azteca.

En noviembre de 1954, José Vasconcelos explica ante la Confederación Nacional de Estudiantes, entre otras cosas, lo siguiente:

¿Qué es el escudo? El escudo es, en primer lugar, una protesta en contra de aquel pequeñito anhelo que arrodillaba a la juventud en lo que se llamó el altar de la patria jacobina. Altar sin Dios y sin santos. Altar en que muchas veces el caudillo sanguinario ha suplantado al héroe y al santo. Altar que, en todo caso, está cerrado con techos de concreto a la penetración de los efluvios que vienen de lo alto. Y luego, ¿cuál patria?; no la grande que compartimos con nuestros mayores del imperio universal español, sino la muy reducida en el territorio y en la ambición, que es el resultado de los errores del periodo de formación que nos costara la pérdida de Texas y de California. Después de la Revolución, que tantas esperanzas engendró porque no se ligaba con ningún pasado sombrío; porque en sus comienzos no intentaba continuar la Reforma sino rectificar la Reforma, resultaba indispensable provocar el crecimiento del alma nacional. Y ya que no podíamos reconquistar territorios geográficos. No quedaba otro recurso que romper horizontes y ensanchar el espacio ideal por donde el amor, ya que no la fuerza, pudiera conquistar heredades del espíritu, más valiosas a menudo que la disputada soberanía territorial. El paso inmediato, en consecuencia, era obvio: reemprender el esfuerzo ya secular pero abandonado y saboteado por las dictaduras nacionalistas, de ligar nuestro destino con los países de nuestra estirpe española, en el resto del continente.

La independencia del sur, con Bolívar, con San Martín, había engendrado no sólo nacioncitas, a lo liberal británico; también había inventado el anhelo de constituir con los pueblos afines por el lenguaje y la religión, federaciones nacionales poderosas. Nosotros no pudimos conservar ni siquiera la confianza de Centroamérica, a efecto de haber construido una vigorosa federación del norte, aliada con el grupo disperso de los pueblos ilustres de Las Antillas. Todo por culpa de las dictaduras y de la confusión doctrinaria de la Reforma, que en su odio a España, nos deformó el patriotismo subordinado al recorte territorial y a la mentira de una soberanía fingida.

Rota, desde hacía tiempo, nuestra solidaridad con los hermanos de la América Española y de España, un sentimiento reducido e intoxicado además de falsas patrioterías, mantuvo en opresión nuestros pechos hasta que la Revolución despertó exigencias nobles, informes. Ensancharlas era el deber de la Universidad. Símbolo gráfico de esta eclosión del alma mexicana, fue el diseño del escudo entonces nuevo, cuya historia estoy describiendo. Consta el escudo de dos elementos inseparables: el mapa de América Española que encierra en su fondo, y el lema que le da sentido. Por encima del encuadramiento, un águila y un cóndor reemplazan el águila bifronte del viejo escudo del Imperio Español de nuestros padres. Ahora, en el escudo, el águila representa a nuestro México legendario, y el cóndor recuerda la epopeya colectiva de los pueblos hermanos del continente.

Figurada de esta suerte la unidad de nuestra raza, sólo faltaba pedir al Verbo una expresión que marcara la ruta de los destinos comunes. Me vino ésta, de súbito, y fue la voz de un anhelo que se rehacía en la Universidad y había de retumbar por todos los confines de la lengua: es el lema un compromiso quizás demasiado ambicioso.

POR M RAZA HABLARÁ EL ESPÍRITU, es decir, deberemos ser algo que signifique en el mundo. Y en primer lugar dije raza porque la tengo, la tenemos. Nuestra raza, por la sangre, a se sabe, es doble, pero sólo en México, en el Perú, en el Ecuador, donde hay indios. En el resto de América nuestra raza es una mezcla de base latina, española e italiana que no excluye una sola de las variedades del hombre; ni el negro del Brasil, ni el chino de las costas peruanas. Una raza compuesta que lo será más aún en el futuro. De allí la tesis de la raza cósmica que implícitamente está con tenida en el escudo y que hoy anuncian historiadores como Toyn bee, como fatal conglomeración humana en todo el planeta. Pero por lo pronto, hay que comenzar recordando que somos latinos. Dentro de lo latino, nos impelen hacia adelante los gérmenes de las más preciadas civilizaciones: el alma helénica y el milagro judío-cristiano, el derecho de la Roma pagana y la obra civiliza dora de la Roma católica.

En nuestro abolengo hay nombres envidiados de todas las naciones, como Dante Alighieri, magno poeta de todos los tiempos. En nuestro pensamiento hay torres como Santo Tomás y San Buenaventura. Y particularmente en la América nuestra, del Paraguay a California, es el cordón franciscano la disciplina de la obra civilizadora que todavía se prolonga y que no hubiera alcanzado realización sin el esfuerzo quijotesco que guió la Conquista. Raza es, en suma, todo lo que somos por el espíritu: la grandeza de Isabel la Católica, la Contrarreforma de Felipe II que nos salvó del calvinismo, la emancipación americana que nos evitó la ocupación inglesa intentada en Buenos Aires y en Cartagena y que, con Bolívar, fijó el carácter español y católico de los pueblos nuevos. Nuestra raza es, asimismo, toda la presente cultura moderna de la Argentina, con el brío constructor de los chilenos, la caballerosidad y galanura de Colombia, y la reciedumbre de los venezolanos. Nuestra raza se expresa en la doctrina política de Lucas Alamán, en los versos de Rubén Darío y en el verbo iluminado de José Martí. Todo esto es lo que el lema contiene y coordina para en caminarlo hacia la grandeza imperial. Nos despierta el emblema el orgullo fecundo y la ambición noble de los pueblos que no se contentan con recibir hecha la historia sino que la engendran, la conforman, le imprimen grandeza. Quise, en fin, dar a los jóvenes por meta, en vez de la patria chica que nos dejó el liberalismo, la patria grande de nuestros parentescos continentales.

viernes, 1 de julio de 2016

La independencia de México y la educación

La independencia de México y la educación. Por David Gómez Salas
Publicado el 18 de Febrero de 2010 por David Gómez Salas

¿Qué nos queda de México? ¿Donde quedó aquella gran patria? Nos subsiste un México muy dominado en territorio y en aspiraciones. Resultado de errores y traiciones que nos ha costado la pérdida de la mayor parte del territorio. Un país que agota sus recursos naturales, dependiente del exterior en alimentos, energéticos, tecnología, maquinaria y equipo.

La educación ha sido saboteada por conveniencia de las dictaduras, de los acaparadores corruptos, y por los creadores de monopolios. Quienes trabajan para tener un país con mano de obra barata, mal pagada. Sujeta a las decisiones del capital. Un país con una decena de los hombres más ricos de la tierra; y cerca de 60 millones de pobres, mal alimentados y sin acceso al conocimiento.

El único camino posible para superar esta calamidad es la educación. Crecer en talento sería el objetivo (temido por gobernantes y monopolizadores). Hacer de los mexicanos el recurso más valioso que la extensión territorial. Celebremos el bicentenario de la independencia estudiando y trabajando cotidianamente a favor de la educación. Esa es la fiesta grande, la que producirá alegría más duradera.

Por lo anterior, reproduzco a continuación la explicación de José Vasconcelos sobre el escudo de la Universidad Nacional Autónoma de México y su lema “Por mi raza hablará el espíritu”
Fue aprobado por unanimidad en la sesión celebrada por el Consejo de Educación el 27 de abril de 1921. El rector José Vasconcelos Calderón presentó la propuesta para sustituir el escudo anterior, por el actual.

Texto de la propuesta:
Considerando que a la Universidad Nacional corresponde definir los caracteres de la cultura mexicana, y teniendo en cuenta que en los tiempos presentes se opera un proceso que tiende a modificar el sistema de organización de los pueblos, substituyendo las antiguas nacionalidades, que son hijas de la guerra y la política, con las federaciones constituidas a base de sangre e idioma comunes, lo cual va de acuerdo con las necesidades del espíritu, cuyo predominio es cada día mayor en la vida humana, y a fin de que los mexicanos tengan presente la necesidad de fundir su propia patria con la gran patria Hispano-Americana que representará una nueva expresión de los destinos humanos; se resuelve que el Escudo de la Universidad Nacional consistirá en un mapa de la América Latina con la leyenda “Por mi raza hablará el espíritu”; se significa en este lema la convicción de que la raza nuestra elaborará una cultura de tendencias nuevas, de esencia espiritual y libérrima.
Sostendrán el es codo un águila y un cóndor apoyado todo en una alegoría de lo volcanes y el nopal azteca.

En noviembre de 1954, José Vasconcelos explica ante la Confederación Nacional de Estudiantes, entre otras cosas, lo siguiente:

¿Qué es el escudo? El escudo es, en primer lugar, una protesta en contra de aquel pequeñito anhelo que arrodillaba a la juventud en lo que se llamó el altar de la patria jacobina. Altar sin Dios y sin santos. Altar en que muchas veces el caudillo sanguinario ha suplantado al héroe y al santo. Altar que, en todo caso, está cerrado con techos de concreto a la penetración de los efluvios que vienen de lo alto. Y luego, ¿cuál patria?; no la grande que compartimos con nuestros mayores del imperio universal español, sino la muy reducida en el territorio y en la ambición, que es el resultado de los errores del periodo de formación que nos costara la pérdida de Texas y de California. Después de la Revolución, que tantas esperanzas engendró porque no se ligaba con ningún pasado sombrío; porque en sus comienzos no intentaba continuar la Reforma sino rectificar la Reforma, resultaba indispensable provocar el crecimiento del alma nacional. Y ya que no podíamos reconquistar territorios geográficos. No quedaba otro recurso que romper horizontes y ensanchar el espacio ideal por donde el amor, ya que no la fuerza, pudiera conquistar heredades del espíritu, más valiosas a menudo que la disputada soberanía territorial. El paso inmediato, en consecuencia, era obvio: reemprender el esfuerzo ya secular pero abandonado y saboteado por las dictaduras nacionalistas, de ligar nuestro destino con los países de nuestra estirpe española, en el resto del continente.

La independencia del sur, con Bolívar, con San Martín, había engendrado no sólo nacioncitas, a lo liberal británico; también había inventado el anhelo de constituir con los pueblos afines por el lenguaje y la religión, federaciones nacionales poderosas. Nosotros no pudimos conservar ni siquiera la confianza de Centroamérica, a efecto de haber construido una vigorosa federación del norte, aliada con el grupo disperso de los pueblos ilustres de Las Antillas. Todo por culpa de las dictaduras y de la confusión doctrinaria de la Reforma, que en su odio a España, nos deformó el patriotismo subordinado al recorte territorial y a la mentira de una soberanía fingida.

Rota, desde hacía tiempo, nuestra solidaridad con los hermanos de la América Española y de España, un sentimiento reducido e intoxicado además de falsas patrioterías, mantuvo en opresión nuestros pechos hasta que la Revolución despertó exigencias nobles, informes. Ensancharlas era el deber de la Universidad. Símbolo gráfico de esta eclosión del alma mexicana, fue el diseño del escudo entonces nuevo, cuya historia estoy describiendo. Consta el escudo de dos elementos inseparables: el mapa de América Española que encierra en su fondo, y el lema que le da sentido. Por encima del encuadramiento, un águila y un cóndor reemplazan el águila bifronte del viejo escudo del Imperio Español de nuestros padres. Ahora, en el escudo, el águila representa a nuestro México legendario, y el cóndor recuerda la epopeya colectiva de los pueblos hermanos del continente.

Figurada de esta suerte la unidad de nuestra raza, sólo faltaba pedir al Verbo una expresión que marcara la ruta de los destinos comunes. Me vino ésta, de súbito, y fue la voz de un anhelo que se rehacía en la Universidad y había de retumbar por todos los confines de la lengua: es el lema un compromiso quizás demasiado ambicioso.

POR M RAZA HABLARÁ EL ESPÍRITU, es decir, deberemos ser algo que signifique en el mundo. Y en primer lugar dije raza porque la tengo, la tenemos. Nuestra raza, por la sangre, a se sabe, es doble, pero sólo en México, en el Perú, en el Ecuador, donde hay indios. En el resto de América nuestra raza es una mezcla de base latina, española e italiana que no excluye una sola de las variedades del hombre; ni el negro del Brasil, ni el chino de las costas peruanas. Una raza compuesta que lo será más aún en el futuro. De allí la tesis de la raza cósmica que implícitamente está con tenida en el escudo y que hoy anuncian historiadores como Toyn bee, como fatal conglomeración humana en todo el planeta. Pero por lo pronto, hay que comenzar recordando que somos latinos. Dentro de lo latino, nos impelen hacia adelante los gérmenes de las más preciadas civilizaciones: el alma helénica y el milagro judío-cristiano, el derecho de la Roma pagana y la obra civiliza dora de la Roma católica.

En nuestro abolengo hay nombres envidiados de todas las naciones, como Dante Alighieri, magno poeta de todos los tiempos. En nuestro pensamiento hay torres como Santo Tomás y San Buenaventura. Y particularmente en la América nuestra, del Paraguay a California, es el cordón franciscano la disciplina de la obra civilizadora que todavía se prolonga y que no hubiera alcanzado realización sin el esfuerzo quijotesco que guió la Conquista. Raza es, en suma, todo lo que somos por el espíritu: la grandeza de Isabel la Católica, la Contrarreforma de Felipe II que nos salvó del calvinismo, la emancipación americana que nos evitó la ocupación inglesa intentada en Buenos Aires y en Cartagena y que, con Bolívar, fijó el carácter español y católico de los pueblos nuevos. Nuestra raza es, asimismo, toda la presente cultura moderna de la Argentina, con el brío constructor de los chilenos, la caballerosidad y galanura de Colombia, y la reciedumbre de los venezolanos. Nuestra raza se expresa en la doctrina política de Lucas Alamán, en los versos de Rubén Darío y en el verbo iluminado de José Martí. Todo esto es lo que el lema contiene y coordina para en caminarlo hacia la grandeza imperial. Nos despierta el emblema el orgullo fecundo y la ambición noble de los pueblos que no se contentan con recibir hecha la historia sino que la engendran, la conforman, le imprimen grandeza. Quise, en fin, dar a los jóvenes por meta, en vez de la patria chica que nos dejó el liberalismo, la patria grande de nuestros parentescos continentales.