lunes, 30 de mayo de 2016

PELEA CALLEJERA

PELEA CALLEJERA
©  David Gómez Salas
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En Barrio Nuevo, mi barrio en la ciudad de Tapachula Chiapas, una tarde-noche el Chilaco se iba a pelear con Juan. El Chilaco dos años mayor que Juan, con más estatura y musculatura, se veía invencible. Su aspecto sucio de vago, lo hacía ver con mucha experiencia en peleas callejeras.
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Alrededor de los contendientes estábamos, como espectadores, quince jóvenes y niños. Algunos adultos observaban al grupo desde las puertas de sus casas y otros desde la tienda de la contra esquina.
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Nacho, que era nuevo en el barrio, se acercó a ver la pelea que se pronosticaba sería desigual. Juan media cinco centímetros menos de estatura, además era más joven y delgado. Vestía ropa limpia, estaba bien peinado, se veía pulcro y educado. Tenía en la mano derecha, una vara de bambú de un metro de largo, color amarillo con manchas color café.
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Juan debía pelear con aquel energúmeno para no ser calificado, por los demás, de cobarde. Estaba en juego su honor.
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El Chilaco se quitó la camisa para iniciar la pelea, mostró sus fuertes músculos y se colocó en el centro del círculo de espectadores.
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El turno era de Juan, lo estaban esperando...
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Juan extendió el brazo derecho invitando a Nacho a que sostuviera su vara de bambú, para poder enfrentar a mano limpia al temible Chilaco. Eran las reglas de la calle.

Cuando Nacho tomó la vara de bambú, todos huimos del lugar: Incluso Juan y el feroz Chilaco.

Nacho, descontrolado, sintió que la vara estaba mojada y tardó dos segundos en darse cuenta que la vara de bambú estaba embarrada con excremento. Excepto el sitio donde Juan la había agarrado.

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