miércoles, 2 de marzo de 2016

La sonrisa

La sonrisa - Autor David Gómez Salas

Es probable que por haber vivido en ciudades de la costa de la República Mexicana, en donde es común el baile y las fiestas, esté acostumbrado a ver a las personas con bellas sonrisas. Recuerdo que en el sureste de México la población sonría con frecuencia en las playas, campos deportivos, cines, teatros, bares, restaurantes, hoteles, albercas, comercios, oficinas y en las calles.
En el centro de la República Mexicana, en clima templado frío, observé que los adultos no acostumbran sonreír con frecuencia.
Por ejemplo los conductores de automóviles prácticamente no sonríen al ceder el paso al peatón; los vendedores en los comercios sonríen poco al atender a sus clientes; las personas que entran a un restaurante difícilmente saludan o sonríen con otros clientes. En ciudades de la costa es común que mexicanos y extranjeros se saluden y sonrían al ceder el paso, al entrar a un restaurante y al salir de él.
Es posible que en las ciudades formadas con inmigrantes de diversos puntos de la República y del extranjero; ciudades ubicadas en zonas con clima tropical húmedo, en donde la naturaleza es pródiga; sus habitantes tengan mayor deseo de relacionarse con los demás para crear una nueva identidad social. Recuerdo los mensajes de radio y televisión en Cancún que decían, mas o menos lo siguiente: Nací en el Distrito Federal, tengo 3 años de vivir aquí y soy orgullosamente Cancunense. El anuncio se repetía con los nombres de otras ciudades: Monterrey, Villahermosa, Culiacán, Guadalajara, Tampico, Mexicali, Mérida, etc.
Se puede suponer que la sonrisa de las personas que viven en esas ciudades, refleja la alegría por las oportunidades que han tenido para progresar, pues los polos de desarrollo turístico son tierras de oportunidades, sobre todo para la gente joven.
Quizás por el calor, al vestir con ropa más ligera las personas se sienten mas libres, mas cómodas, más alegres y por lo tanto sonríen más.
Realmente no sé a que se deba que en aquellos sitios las personas manifiesten más su alegría. En Chetumal, Coatzacoalcos, Acapulco, Tapachula, Veracruz, Tampico, Mazatlán, Puerto Vallarta, Huatulco, Tenacatita y, en general, en toda la costa las personas sonríen más.
No creo que los habitantes de la costa sean más felices que los habitantes del centro de la República, no creo que esa sea la causa por la que ellos sonríen más. Lo que creo es que ellos no contienen su felicidad como algo personal, para compartirla únicamente con su familia o amigos. No, el temperamento de los costeños los desborda, no pueden o no quieren contenerlo, así que van por las calles con buen humor, y dispuestos responder con una sonrisa ante cualquier contacto con los demás.
También me llama la atención que los niños de las zonas templadas frías sonríen tan fácilmente como los habitantes de las costas. No tengo la menor idea de cómo se fue perdiendo la capacidad de sonreír hasta alcanzar el aspecto adusto que manifiestan algunos adultos. Obviamente, no todos los adultos pierden la capacidad de sonreír, hay quienes sin conocerte te regalan una sonrisa al cruzarte es su camino.
Sonreír no implica falta de formalidad. Se puede sonreír y tener honor (cumplir cabalmente con los compromisos, respetar la palabra empeñada). Se puede sonreír y NO tener honor. Se puede ser “caradura” y tener honor. Creo que lo peor es ser “caradura” y NO tener honor.
En fin, sonreír y tener honor son características ajenas entre sí, y por lo tanto no se debe confundir una con la otra. Cada una de ellas se manifiesta, de manera independiente, en los hechos y en la conducta diaria.
No es fácil confiar en quien sonríe poco con sus subordinados y mucho con su jefe, equivale a quien es déspota con el débil y servil con el poderoso. También es difícil confiar en quien sonríe cuando lo ayudas y no sonríe cuando lo saludas.
Sonreír es un acto espontáneo, es un acto reflejo de buen humor, considero es un buen habito, es una forma de respetar y amar al prójimo. Es bello ver sonreír a personas de cualquier edad. Como dicen lo políticos: a niñas y niños; jóvenes; adultas y adultos; ancianas y ancianos. Sonreír para manifestar cariño, amor y simpatía por los demás.

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